La alegría de la Pascua nace siempre del encuentro con Jesús resucitado. Jesús está vivo y presente entre nosotros en los sacramentos, en su Palabra, en cada hermano que camina a nuestro lado… por eso nada ni nadie nos podrá robar la alegría pascual, porque Jesús siempre está con nosotros.
Vivimos esta alegría en medio de nuestro peregrinar en esta vida, rodeador por tanta debilidad, individualismo, egoísmo…. y de ahí que tengamos que ser testigos de ella de un modo especial.
Jesús resucitado nos da su Espíritu, y con su espíritu la Paz y todos sus dones. Ojalá estemos siempre abiertos a acogerlos, no solo para nosotros, sino para darlos a todos los que nos rodean.
Nuestro mundo necesita personas pacíficas, no crispadas; personas serenamente alegres, no constantemente tristes; personas serenas y unificadas en todo lo que hacen, no agitadas y nerviosas; personas, en definitiva, que trasmitan la presencia del Señor resucitado.
Que El, y su Madre santísima, después de hacer celebrado los misterios de su Pasión y Muerte, nos ayuden a vivir siempre en la alegría y el tono pascual.
Vuestros sacerdotes